20.8.07

"Las floristas repartían antes claveles rojos en fiestas para llevarlos en el ojal"

El pintor celebra su exposición número 50 en el Carlton con un completo trabajo centrado en su pasión por el mundo del toro

Sentado en el despacho de su casa, donde exhibe varios cuadros suyos, el bilbaíno Luis García Campos recuerda las inundaciones de 1983. «Nunca olvidaré el silencio que se produjo en la ciudad. Nadie hablaba. No había coches». Todo se había «quedado quieto», precisa. Todo excepto él, que ese día corrió a desmontar su exposición de pintura taurina cuando la lluvia comenzó a filtrarse por las cristaleras del hotel Carlton.Vivió aquel episodio cuando tenía 55 años. Ahora roza los ochenta y la muestra que inauguró el sábado es la número cincuenta. Celebra medio siglo de trayectoria ininterrumpida y se emociona recordando anécdotas.

–¿Cómo se siente con este onomástico?
–La verdad, casi no me he dado cuenta. Aunque por mi edad tengo que hacerme una ITV cada tanto, sigo aquí y experimento las mismas sensaciones. El nerviosismo previo a la exposición es tan intenso como en 1957. Cada año siento que es la primera.
–¿No siente el ‘plus’ de ser un pintor reconocido?
–Sí, claro. Sé que hay gente incondicional que me espera, que me sigue desde hace mucho, y no la quiero desilusionar. No me gustaría presentar una chapuza.
–Nunca se ha ido del Carlton.
–Nunca. Ni siquiera cuando el hotel decayó y el mundo taurino se instaló en el Ercilla. Todos me decían que tenía que ir allí, donde estaba la gente y los artistas, pero yo no quise. Me quedé en el Carlton más solo que la una.
–¿Por qué?
–Porque el Ercilla exponía en la recepción y el Carlton, en cambio, tenía una sala adecuada. Después el hotel mejoró y vivió una época muy elegante. No podías entrar ni al bar sin llevar puesta una corbata y, en la semana de los toros, las floristas repartían claveles rojos para ponerte en el ojal.
–Cuesta imaginar algo así en 2007.
–Sí, era distinto; un mundo aparte, ajeno a todo. Era la fiesta nacional por excelencia y en aquel momento, no había otra cosa que se le comparase. Ni siquiera el fútbol.
–¿Cree que ha cambiado?
–Mucho. Hace años, los toreros se retiraban con veintipico de cornadas y los caballos salían sin peto. Estaban desprotegidos, el toro les embestía y a veces su sangre salpicaba al público. Ahora salen acorazados. Es antiestético.

«No era buen torero»
–¿Y en lo social?
–También. A los toreros se les consideraba unos dioses.Recuerdo que en las barracas de entonces se colocaban unas figuras de cera que representaban la muerte de Joselito, por ejemplo. Y si el toro le pillaba por el ojo, pues se mostraba tal cual.
–¿Le hubiera gustado ser torero?
–Sí. Quería serlo y lo intenté, pero no era bueno. Tuve la oportunidad de presentarme tres años seguidos en un pueblo, aunque no pasé de ahí y yo quería llegar a las Ventas de Madrid, la catedral del mundo taurino.
–Cambió la espada por el pincel…
–Sí, y seguí vinculado a este mundo, que siempre me gustó, desde que era niño. Me quedé con el pincel, un carné profesional de matador de novillos y la espada de Lagartijo, que me regalaron en ese pueblo.
–¿Por qué le atraen tanto los toros?
–Es algo natural en mí. Nací con ello. Cuando tenía seis años ya sabía quiénes eran los toreros del momento. Veía una revista con sus fotos y me quedaba pasmado.
–A muchas mujeres les pasa lo mismo.
–Ahh, es que el traje de luces les gusta mucho (risas).
–¿El hábito hace al monje?
–Genera atracción. Y eso que los toreros de ahora a veces se sienten ridículos con el atuendo.
–Cuando va a la plaza, ¿cómo elige el instante que dibujará?
–Me gusta usar el criterio periodístico y retratar lo que llama la atención. Siempre busco alguna cosa que se salga de lo corriente. Me acuerdo de un agosto que hizo mucho calor y que una tienda vendía sombreros chinos para protegerse del sol. Muchas personas del público se compraron un sombrero de esos y, cuando mirabas a las gradas, parecía que un montón de chinos había venido a ver la corrida. Así que cogí y pinté eso. Era más pintoresco que los toros.
–Retrata escenas fugaces, ¿cómo consigue captarlas?
–Es fundamental conocer el mundo, saberlo observar y tener buena memoria. Con los años, coges práctica y tienes esa vista fotográfica.
–¿Y cuánto hay de imaginación?
–Hombre, yo siempre intento embellecer un poco la imagen. Me gusta que el dibujo transmita belleza.
–¿Le entusiasma pintar cosas al margen de los toros?
–Sí. Ante todo soy pintor. Lo que pasa es que los toros me despiertan más emociones y, cuando los pinto, quiero hacerlo mejor que nadie.

8.8.07

"Me partieron varios dientes con una porra extensible"

Un joven es golpeado brutalmente por cinco guardias de seguridad de un bar de Bilbao. «Dos me sostenían mientras otros tres me pegaban», dice Claudio


Claudio H. se presenta con un collarín ortopédico, un parte médico en la mano y una denuncia policial en la otra. Tiene una herida en la boca, cinco puntos de sutura, moratones en las piernas y una historia que contar. Acaba de salir del consultorio odontológico y de saber que, probablemente, perderá dos piezas dentales. Le duele hablar y casi no puede comer. «Llevo cuatro días a pura sopa… y con pajita», detalla.

A sus 21 años, este chaval argentino se confiesa «dolido» y no sólo por la paliza que recibió el sábado pasado en un bar de Bilbao. En realidad, se siente «defraudado» porque, a pesar de no haber nacido aquí, desde que vive en Vizcaya se siente «como en casa» y nunca imaginó que «algo así» pudiera ocurrirle. Todavía no comprende por qué le atacaron con tanta brutalidad cinco vigilantes del establecimiento, según él sin motivo y «con porras extensibles», cuyo uso civil está prohibido.

«El sábado salí de fiesta con varios amigos y fuimos al bar. Cuando estaba allí, caminando, rocé sin querer a uno de los vigilantes, que se dio la vuelta y me miró mal –recuerda–. Me preguntó si tenía algún problema y le dije que no. Y, para aliviar la tensión, le pasé la mano por la espalda. Me dijo que le estaba vacilando y que me fuera del local, pero yo le respondí que no me iba a ningún lado, que no había hecho nada malo».

Este cruce de palabras «tan chorra» desencadenó un episodio brutal. «El tío llamó a más vigilantes y, entre los cinco que eran, empezaron a pegarme. Dos me sostenían de los brazos para que me quedara quieto mientras los otros tres me golpeaban en la espalda y, sobre todo, en las piernas con esas porras extensibles», explica mientras se señala los múltiples cardenales. Este periódico intentó contactar ayer con los responsables del pub para conocer su versión, pero fue imposible.

Porras ilegales
Claudio H. (que ha pedido un nombreficticio «por seguridad» y por consejo de su abogado), asegura que la paliza empezó en el interior del local y ante la presencia de varios testigos. Terminó afuera, en plena calle, donde le soltaron tras darle un golpe en la boca que le partió dos dientes y le rajó el labio inferior. «Fue un golpe seco que me dejó atontado y con el labio incrustado en la dentadura», describe.

En ese momento, «la gente empezó a gritar. Todo el mundo les recriminaba que me siguieran pegando en la espalda». También llegó la Ertzaintza, que apaciguó los ánimos y empezó a tomar declaraciones. «Uno de los agentes me dijo que pusiera unaa denuncia, porque el uso de esas porras es ilegal». Y Claudio le hizo caso. Se fue del bar al ambulatorio, donde le cosieron parte de la boca, y de allí a la comisaría.

«Terminé acostándome a las diez de la mañana. Me levanté muy dolorido y tenía hambre, pero, cuando quise comer, descubrí que no podía. Lo único que aguanto es la sopa y debo beber con pajita», repite. Su preocupación, ahora, «es que esto no le ocurra a nadie más. No puede ser –dice–, que alguien con la cabeza llena de anabolizantes tenga una porra y la use». Como ocurrió en Canarias con el asturiano Endika Abad, muerto a golpes en un pub de Tenerife y cuyo cuerpo fue sepultado ayer en Navelgas. «Lo mío fue una desgracia con suerte. Si el golpe hubiera sido en la sien, yo podría estar como ese chico, volviendo en un ataúd a la casa de mis padres».

4.8.07

La avenida de las gangas

OUTLET. El fenómeno de venta consistente en comercializar moda de alta calidad fuertemente rebajada por ser de temporadas pasadas llega a Euskadi con la promesa de vestirnos con un aire cool sin que sea un atraco a nuestra cartera

En el municipio de Barakaldo se ha creado una nueva avenida. Tiene 20.000 metros cuadrados, veinticinco restaurantes, once salas de cine y muchísimas tiendas de moda. Ahora mismo, 22. A finales de octubre serán setenta. Cuando se inauguró este paseo singular –único en la zona norte de España–, se celebró una gran fiesta que anunciaba: ‘Barakaldo is in the air’, pero no será hasta después del verano cuando esta calle alcance su plenitud y haga sentir a los transeúntes que están flotando entre nubes. Por lo menos a la imaginación, que se dispara con sólo pensar que, en este paseo, todas las tiendas ofrecen descuentos. Siempre. Cada día del año.

En eso consiste el nuevo trayecto: un lugar que, por su nombre, recuerda al corazón de la Gran Manzana y que, por su filosofía comercial, está creado para la tentación. Park Avenue es el primer ‘fashion outlet’ que se instala en el País Vasco y no existe nada parecido en 300 kilómetros a la redonda. «Los más cercanos están en Valladolid y en Francia», precisa Daniel Medina, el gerente comercial. Pero, ¿qué es exactamente un ‘outlet’? Para los economistas y los empresarios, es un modo de hacer negocios. Para los amantes de la moda, sencillamente, el paraíso. «Se trata de un conjunto de tiendas que venden marcas reconocidas y que tienen durante todo el año descuentos de entre el 30% y el 70%», resume Medina.

Para hacer una comparación algo simplista, caminar por esta avenida es como pasear por un mundo de rebajas permanentes. Y lo mejor del caso es que, encima, los productos que se ofrecen son de gran calidad. Rúbricas como Calvin Klein, Levi Strauss, Pepe Jeans o Bide Onera constituyen un buen ejemplo de lo que allí se puede encontrar. La última en abrir sus puertas –Fifty Factory, hace apenas una semana– inició su andadura en Barakaldo con 18.000 prendas a la venta y una paleta de colores amplísima. «Esa mañana había gente esperando afuera –recuerda el gerente comercial– y no nos cabe ninguna duda de que será uno de los principales motores del outlet». Entre otras cosas, lo dice porque esta firma tiene dieciséis tiendas de descuentos repartidas por España y porque, al menos en esta, «podemos comprar un traje de Pedro del Hierro completo por cien euros».

Gangas... El asunto del dinero es un tema muy importante y va ligado, por supuesto, a la filosofía del lugar. Que nadie vaya pensando en vestirse entero por veinte euros (aunque sí haya prendas sueltas por mucho menos de esa cantidad). No. La idea es un poco distinta. Consiste en vestirse bien, ponerse ropa de marca e ir acorde a la moda por mucho menos de lo que costaría comprar las cosas en una tienda normal. ¿Demasiado bueno para ser cierto? EL CORREO ha querido hacer un experimento divertido. Durante un rato, por la mañana, la modelo que aparece en portada se dedicó a pasear por esta avenida y a elegir, en diferentes tiendas, algunas prendas para combinar. En el momento de hacer esa foto –en el local de For, que hasta le cedió la guitarra–, la joven había escogido un conjunto fucsia de Desigual, sandalias blancas de Ayestarán, varios complementos de Koima y un bolso a juego de Purificación García que la aguardaba junto al fotógrafo. El valor total del atuendo no llegaba a los cien euros y hay que reseñar, también, que acabó comprándose la camiseta.

El gesto no fue casual ni tuvo únicamente que ver con que la prenda le pareciera bonita. Hubo algo más. La joven se ajustaba muy bien al perfil del cliente de un outlet. «Nos dirigimos principalmente a mujeres de entre 25 y 40 años, modernas, independientes y con propensión a gastar en moda», detalla Daniel Medina. Claro que eso no excluye a los hombres ni a las personas que están afuera de ese rango de edad. «De hecho –apunta el gerente–, la economía de Euskadi es un 10% superior a la del resto de España, se gasta un 20% más y el poder adquisitivo es mayor, incluso si pensamos en los adolescentes».

En el momento de recorrer Park Avenue, el gerente comercial oficiaba de Cicerone. O, si se quiere, de guía. Un escenario perfecto para ir despejando algunas dudas, tal vez no de tipo existencial, pero sí sobre las existencias. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que las prendas estén tan baratas? ¿Por qué algo que normalmente cuesta unos 90 euros aquí se vende a 45? «Porque la ropa que se vende, por lo general, no es de la última colección, sino de la previa», responde. Aunque introduce un matiz importante: «Tenga en cuenta que, algunas tiendas, entienden por ‘temporada anterior’ cosas con una antigüedad de tres meses».

El truco
La moda va a paso de vértigo, es un hecho. Pero, si el perfil del cliente es una mujer que se deja seducir por las tendencias, ¿no es acaso una contradicción que quiera comprarse algo ‘viejo’? Al parecer, no. Hay gustos para todas las personas y personas para todos los gustos. «Está quien viene aquí deseando que no le vean y que jamás confesaría haber comprado en un outlet, y también está un tipo distinto de cliente al que eso le da igual. Viene a buscar ropa buena porque le gusta y, si le sale a buen precio, lo cuenta». El detalle no es menor, sobre todo si se piensa que esta experiencia del fashion outlet es totalmente innovadora en Euskadi.

«Hablamos de un concepto nuevo que nunca antes se manejó», explica Medina. De ahí que la ‘asignatura pendiente’ pase por la vía educativa. «Cuando termine agosto y el verano, Park Avenue empezará a funcionar por completo –adelanta–. Para ese entonces tendremos que haber explicado muy bien cuál es la filosofía de un outlet, tanto a los clientes como a los propios vendedores». En efecto, durante los próximos dos meses se abrirán allí, en Park Avenue, casi medio centenar de tiendas. Algunas, como Fifty Factory, Desigual o Nike Supersport (esta última se inaugura el 1 de octubre), cuentan con mucha experiencia previa en este método comercial. Otras no. «Acaban de comenzar e intentamos asesorarlas». Lo anecdótico es que, a mitad de camino entre uno y otro extremo, hay marcas o locales que han sabido reconvertirse. Es el caso de Movistar, una tienda «que ya estaba de antes» y que, aunque «no tiene obligación de acoplarse a esta modalidad», sí ha querido hacerlo. «Dentro de poco habilitarán una sección con móviles de oferta», avanza Medina a modo de ejemplo.

No es lo único que está cambiando en esta ‘calle’ de comercios. De cara a su funcionamiento pleno, los responsables de Park Avenue están generando ideas para «hacer más agradable el paseo». Y en esto sí que no hacen descuento. Más bien lo contrario: van por todo lo alto. Si Chapman Taylor diseñó la génesis de este paraíso de las compras, Juan Von Knobloch se encargará de decorarlo. Este arquitecto –que ha diseñado el paisaje de la Torre Picasso y los jardines del Hotel Ritz de Madrid– le dará su toque personal a la avenida para que el disfrute sea completo. «Cuando Resolution Property adquirió Megapark, esta zona de aquí tenía aspecto de nave industrial. Era muy gris y, en cierto modo, lo sigue siendo –recuerda el gerente–. Lo hemos estado mejorando poco a poco, pero será Von Knobloch quien aportará el aire de glamour que hace falta». A saber: mobiliario, jardines, iluminación y hasta una plaza al aire libre que tendrá árboles, plantas y flores, una fuente y una zona recreativa infantil, «perfecta para poder relajarse tras una jornada de compras».

A todo ello se suman los cines, los restaurantes y algunas de las marcas más prestigiosas de España y Europa. Tommy Hilfigher, Dolce & Gabanna, Belstaff, Polo, Jordi Labanda, Señoretta, Sofa Center, Cream 01, Animal, Mango, Javier Simorra y Jota Más Ge son sólo algunas de ellas. La apuesta, sin duda, es fuerte. «El 75% del espacio comercial ya ha sido contratado y aún quedan varias firmas que están por confirmar su presencia», explica Medina con gran entusiasmo. Nadie como él desea tanto que se acaben las vacaciones para ver el proyecto en marcha. Y que llegue Navidad, para someterlo a una prueba de fuego.
En el top 10 de Europa

El fashion outlet se encuentra en el corazón de Megapark, que, con sus 127.200 metros cuadrados, es uno de los mayores complejos comerciales de España. Tanto por su tamaño, como por su ubicación geográfica o la cantidad de personas que lo visitan –unas 15 millones al año–, este recinto se ha vuelto doblemente atractivo. Los clientes ven en él un buen lugar donde hacer sus compras y los grandes inversores se interesan por adquirirlo.

Eso fue lo que ocurrió con la compañía británica Resolution Property, que cuenta con dilatada experiencia en la gestión de superficies comerciales y decidió comprar todo Megapark por un valor que alcanzó los 250 millones de euros. La cifra, que provoca escalofríos, se justifica sin embargo por el valor de lo adquirido. En palabras de Nigel Robson, el director de la empresa, «Megapark es una de las inversiones más fuertes e impresionantes de Europa en este sector si se tiene en cuenta su localización, su masa crítica, la variedad de operadores y su diseño».

En efecto, el complejo diseñado por Chapman Taylor es el tercer parque comercial en nuestro país y figura dentro del ‘Top 10’ del continente europeo. Asimismo, abarca una zona de influencia de 3,5 millones de personas, no tiene competencia en 300 kilómetros a la redonda y registra unos ingresos de un 28% por encima de la media nacional.